sábado, 16 de enero de 2010

En un sofá para dos

Tú y yo.
Solos.

Tú y yo.
Mirándonos.

Tú y yo.
En un sofá para dos.

Tú y yo.
Sin miedo a nada.

Tú y yo.
Queriéndonos.

Tú y yo.
Besándonos.

Tú y yo.
Acariciándonos.

Tú y yo.
Éxtasis.

Tú y yo.
Solos.

Tú y yo.
Mirándonos.

Tú y yo.
En un sofá para dos.


Esta entrada va dedicada a todas aquellas personas que me quieren y que siempre están conmigo en este arduo camino.

domingo, 10 de enero de 2010

Soberbia


Soberbia, orgullo, vanidad, etc. Muchos nombres pero el mismo significado: la falsa superioridad del que realmente no tiene nada. Según las antiguas escrituras la madre de todos los pecados, y por lo tanto ella procede la máxima debilidad. Nos induce a menospreciar el valor humano y estético de lo que nos rodea convirtiéndonos en algo hueco e inservible para la sociedad. Creernos superiores a los demás y a la humanidad misma nos hace débiles, puesto que toda persona que se crea superior a la humanidad, es un ignorante. Por consiguiente el ser humano ignorante es débil por naturaleza.

Fijaros en la gente que se comporta así, están solos. Nadie quiere ser amigo de alguien que se cree superior a los demás siempre. Popularidad, fama, belleza,... todo es perecedero, nada de eso nos lo vamos a llevar al otro mundo debajo del brazo, NADA.

Al final los soberbios se acaban excluyendo ellos solos porque no encuentran a nadie lo suficientemente bueno como para compartir su vida con esa persona.

L.

martes, 5 de enero de 2010

Seguí

-No tengas miedo. Ya he hecho esto antes. Vamos, bebe. Termínate el cigarrillo y sígueme.

En un servicio tomó mi carne, ¡quema!. No podía creer lo que estaba haciendo, pero lo seguí, lo seguí. Con medio botellín de alguna bebida alcohólica en la mano, seguí.

-¿Me quieres?-le dije.
-Si.-me contestó.

Yo me preguntaba si era verdad, seguí. Dejé el botellín. El servicio olía mal, estaba sucio, pero seguí.

-Enséñame lo que sabes.-me dijo.

Se lo enseñé. No tenía rumbo me perdí, lo seguí hasta donde él quiso. Él era mi rumbo.

Mi piel ardía, ¡no me toques!
¡No me mires!

Se paró el tiempo.
Respiramos al unísono.
Seguí.

Colillas, papeles sucios, medio botellín de alguna bebida alcohólica y una noche...fue todo lo que me dejó cuando se fue de aquel servicio de aquel pub.

Me terminé de vestir. Me bebí el medio botellín que me quedaba y me encendí un cigarrillo. Me fuí.

¿Me quería? No.
¿Yo a él? Tampoco.